Hot! La ventajas adventista para la salud

Vivir más y vivir mejor. Las investigaciones más recientes subrayan los profundos beneficios del estilo de vida adventista.
Por Gary E. Fraser y Terry L. Butler

El adventismo se destaca, si bien no es el único entre los movimientos religiosos modernos, por darle un lugar prominente a la salud personal en sus enseñanzas. Es comprensible que Dios, el amante Creador, hiciera provisión para que su pueblo maximizara su productividad y potencial por medio de una vida sensata. Los adventistas han sido y continúan siendo sus embajadores en este sentido.

Durante más de ciento cuarenta años los adventistas hemos contribuido mucho a la comprensión, tanto popular como científica, acerca del estilo de vida saludable; y este progreso continúa. El Sanatorio de Battle Creek, la industria de alimentos Kellogg, el Dr. Harry Miller y la sabrosa leche de soja, el Plan de Cinco Días para Dejar de Fumar, las industrias alimenticias modernas asociadas con la Iglesia Adventista y el estudio científico de la salud adventista son bastante conocidos y aceptados. El mundo es un lugar diferente y mejor a causa de estos esfuerzos.

Sin embargo, en décadas recientes los datos demográficos de la iglesia han cambiado significativamente. Los esfuerzos arriba señalados han sido realizados mayormente en los Estados Unidos, Australasia o Europa (aunque el centro primario de Harry Miller estuvo en la China). ¿Qué significa una comprensión adventista respecto de la salud para el número creciente de adventistas del Asia, Latinoamérica y África? En algunas de estas regiones, las enfermedades más importantes difieren marcadamente de las del mundo industrializado, aun cuando la globalización tiende a disminuir las diferencias entre los estilos de vida. Algunas de estas regiones se ven terriblemente afligidas por el SIDA; pero, con algunas excepciones, la mayoría de las personas todavía muere a causa de otras enfermedades infecciosas, cáncer o enfermedades del corazón.

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Como muchas personas de los países en desarrollo aspiran a alcanzar el nivel de vida del mundo desarrollado, caracterizado por una alimentación excesiva y escasa actividad física, el cáncer y las enfermedades cardíacas se convirtieron en los asesinos más importantes que existen en el mundo occidental. En los últimos treinta años, la tasa de mortalidad por enfermedades cardíacas se ha elevado dramáticamente en países económicamente subdesarrollados.
Actualmente, estos países dan cuenta de más muertes de este tipo que los países del mundo desarrollado, y se predice que esta tendencia se incrementará rápidamente.1 De igual modo, el cáncer es un problema creciente en Asia, África y en otros lugares de los países en vías de desarrollo. Los tipos de cáncer con frecuencia difieren un poco de algunos que generalmente se ven en los países occidentales, pero su impacto en la población no es menos terrible.

Las enfermedades del corazón y los cánceres de mamas, de próstata y de colon son comunes en casi todo el mundo. Los estudios más importantes llevados a cabo en los Estados Unidos por investigadores adventistas han suministrado mucha información útil sobre estas enfermedades, al igual que sobre la longevidad, y no hay razón para creer que los descubrimientos no sean útiles para las poblaciones de otros lugares. El proyecto del genoma humano ha sido particularmente instructivo al demostrar que los diferentes grupos étnicos de seres humanos difieren muy poco en su composición genética, y que casi todas las personas probablemente reaccionarán de modos bastante previsibles ante diferentes estilos de vida.

El análisis de dos grandes estudios acerca de la salud y las causas alimentarias de la enfermedad en los adventistas norteamericanos, en los últimos cuarenta años, ha arrojado como resultado muchos detalles diferentes, pero también algunos temas en común. Los adventistas de California son el sueño de un investigador: muchos son vegetarianos (cerca del 50%), pero otros decididamente no lo son. De este modo, podemos establecer marcadas comparaciones entre diferentes clases de adventistas, y medir con cuánta frecuencia cada grupo sufre de enfermedades
del corazón y cáncer, y cuánto tiempo vive.

Los adventistas que son vegetarianos generalmente se benefician más que los no vegetarianos. Debemos recordar que esto puede tener relación o no
con la abstención de carne por parte de los vegetarianos. Los vegetarianos también ingieren más frutas, verduras, nueces2 y sustitutos comerciales de la carne; usan pan integral en vez de pan blanco, margarina en vez de manteca; y tienen muchas menos probabilidades de beber café o alcohol. Es posible que sean estos factores los que estén modificando el riesgo de algunas enfermedades, antes que la ausencia de carnes. Muchas veces, se puede determinar esto mediante un análisis más detallado.

Los adventistas vegetarianos solo padecen cerca de la mitad de enfermedades del corazón que los adventistas no vegetarianos. En realidad, la ventaja vegetariana es mucho mayor en los adventistas más jóvenes y de edad media, pero bastante menor en los ancianos. Esto no es una sorpresa, ya que los vegetarianos tienen niveles inferiores de colesterol en sangre y una presión sanguínea más baja, y son menos susceptibles a tener sobrepeso. La evidencia respecto de estos aspectos es muy fuerte, y proviene de una cantidad de otros grupos vegetarianos, al igual que de los vegetarianos adventistas. Los vegetarianos adventistas también sufren menos diabetes, probablemente en gran medida debido a su menor peso corporal. La insulina no funciona adecuadamente en personas con sobrepeso, y esto sobrecarga al páncreas, que intenta cumplir con la elevada demanda de insulina.

Análisis más detallados sugieren poderosamente que, en el caso de las enfermedades del corazón, es la misma carne, al menos en parte, lo que
aumenta el riesgo en los no vegetarianos. Tanto nuestro trabajo como el de otros investigadores aclaran muy bien que el consumo de nueces2 disminuye el riesgo de ataque cardíaco, ya que las nueces disminuyen los niveles del colesterol malo en la sangre (LDL). Los adventistas no vegetarianos comen menos nueces, por lo que esto ejerce un efecto adicional en el aumento del riesgo. De igual modo, los no vegetarianos tienen más probabilidades de comer pan blanco que pan integral; y los granos integrales disminuyen el riesgo cardíaco, probablemente debido a la fibra que contienen, al igual que otros químicos que reducen los niveles de colesterol en sangre.

El cáncer de intestino grueso es cerca de un tercio menos frecuente en los adventistas vegetarianos que en los adventistas no vegetarianos; y el riesgo es mayor con el incremento del consumo de carne. Otros estudios también han sugerido que el consumo de carne aumenta el riesgo de este cáncer. Entre los adventistas, los que comían más porotos corrían menos riesgos de padecer este cáncer. Como siempre, nuestra confianza en este resultado aumentaría si fuera confirmado por otros buenos estudios. Aun así, como los porotos son excelentes y sabrosas fuentes de fibra y proteína, pueden incluirse fácilmente en una buena dieta, sin que se conozcan riesgos y con la probabilidad de obtener beneficios.

Otro cáncer angustiosamente común en los hombres de muchas partes del mundo es el de próstata. En los Estados Unidos, entre los hombres que tie-
nen 60 años o más y que no se les ha diagnosticado cáncer de próstata, cerca del 15% lo contraerá solo en los siete años siguientes; aunque la mayoría de estos cánceres tendrá un desarrollo lento.
3 Desdichadamente, estos cánceres a veces “se disparan” impredeciblemente y se propagan agresivamente a otras partes del organismo. Es interesante notar que el cáncer de próstata es mucho menos común en Asia. No sabemos cuál de las muchas diferencias de estilo de vida entre las culturas asiáticas y las occidentales puede ser la responsable, pero se ha enfocado la atención en los porotos de soja como un componente común de muchas dietas asiáticas no occidentales. En los Estados Unidos, muy pocas poblaciones ingieren tanta soja como los adventistas (principalmente, por medio de carnes vegetales comerciales). Por lo tanto, la población adventista es un recurso único, como universo estadístico, a fin de investigar los efectos de la soja en la salud. Se sabe que la soja reduce el colesterol en sangre y también contiene isoflavonoides, que pueden tener efectos sutiles, pero que posiblemente sean útiles para suprimir las células cancerígenas y retardar su desarrollo. De hecho, en los varones adventistas que beben al menos una taza de leche de soja por día, el riesgo de incidencia de cáncer de próstata es solo del 30 al 40% en relación con el de los varones que no la consumen.

Es interesante notar que otro alimento que puede proteger contra el cáncer de próstata es el tomate. Quizá sea porque contiene licopeno, el carotenoide rojo que le otorga color y que también es un antioxidante. Sería muy provechoso contar con mayor evidencia; pero, nuevamente, no hay desventaja en consumir tomates cuando están disponibles. Es probable que protejan contra este cáncer y, como surgió de nuestro estudio, también contra el cáncer de ovarios en las mujeres. El riesgo de cáncer de ovarios entre las damas que comían tomates al menos cinco veces por semana era cerca del 50 al 60% menor que entre aquellas que incluían pocos tomates en la dieta, de acuerdo con nuestro estudio.

Otra característica notable de nuestra investigación ha sido la observación de que los adventistas de California probablemente sean la población actual más longeva del mundo descrita formalmente. Los hombres adventistas vegetarianos viven 9,4 años más que otros varones californianos; y las damas adventistas vegetarianas viven 6,2 años más que otras mujeres californianas. Probablemente, a la población en general le lleve cincuenta años equiparar estas diferencias tan grandes, si solo consideramos que la longevidad aumenta gradualmente en la mayoría de las poblaciones. £Un avance de cincuenta años por sobre las demás poblaciones es una ventaja adicional muy buena! Pero es una ventaja que, de hecho, está disponible para todos. Un análisis más detallado demostró que, junto con las diferencias adventistas en cuanto a la dieta, el ejercicio, el peso corporal y haber dejado de fumar pueden justificar fácilmente nueva a diez años de vida adicional. Por lo tanto, la conjunción de estos factores puede explicar en gran parte la ventaja adventista.

Es bien sabido, desde hace veinte años, que las personas que asisten a la iglesia en forma regular viven más y padecen menos enfermedades cardíacas. Esto no está confinado a los adventistas, pero nuestros datos muestran el mismo fenómeno. Probablemente, la explicación para esta reducción en el riesgo no sean los bancos duros. Lo más probable es que sea un indicador de otros efectos psicológicos y sociales de la experiencia religiosa. No se comprendencerteramente los detalles todavía. Una persona reflexiva se puede preguntar si la asistencia a la iglesia no es solo un indicador más del vivir bien. De hecho, parece que es más que esto, porque después de que nos adaptamos a las diferencias en la dieta, el ejercicio, el peso corporal, etc., sigue habiendo un efecto importante que, aparentemente, puede ser atribuido a la asistencia a la iglesia y a los factores religiosos. Tenemos planes de explorar más acabadamente esto en futuros estudios.

En nuestros estudios previos, los adventistas de California tenían un 31% menos riesgo de desarrollar cualquier cáncer, comparados con otros californianos. Una diferencia tan grande no es el resultado de la casualidad, sino una diferencia real. Aunque no comprendemos totalmente las razones de ello, para algunos de los cánceres hay una cantidad de indicios. Parece ser que la carne muchas veces aumenta el riesgo, mientras que las frutas, los porotos, los tomates, la soja y ciertas verduras lo disminuyen. Cada tipo específico de cáncer es relativamente poco común; y para estudiar el cáncer de un órgano corporal en particular se necesita estudios muy amplios. Así que, somos muy afortunados por haber recibido fondos recientemente destinados a realizar un extenso estudio sobre la población adventista que abarque a todos los Estados Unidos. Esta investigación se
concentrará, primariamente, en la relación entre la dieta y el cáncer.

Aunque la inscripción para esta investigación ha sido más lenta y el reclutamiento más difícil de lo que habíamos previsto, estamos agradecidos de que ya haya setenta mil anotados. Anticipamos que, al menos, cien mil adventistas norteamericanos finalmente formarán parte del Adventist Health Study-2 (AHS-2) [Estudio de salud adventista-2] cuando terminemos el empadronamiento en unos meses. Este será uno de los estudios de enfermedades crónicas relacionadas con la alimentación más extensos del mundo, y seguramente proporcionará muchas respuestas importantes, tanto por la gran dimensión del estudio como por los atributos especiales de la población adventista.

Así, este movimiento religioso puede continuar desempeñando una función importante en el mejoramiento de la salud en el ámbito mundial. ¿Tendría sentido un estudio internacional sobre la salud adventista? Por cierto, llegado el momento.

En síntesis, lo que los adventistas hemos recibido hace más de ciento cuarenta años, en verdad fue un regalo extraordinario que está siendo cada vez más validado por la ciencia. Existen más de trescientos documentos científicos con evaluación de pares, en la literatura médica, sobre la salud adventista, resumidos en el reciente libro del Dr. Fraser, Diet, Life Expectancy, and Chronic Disease: Studies of Seventh-Day Adventists and Other Vegetarians [Dieta, expectativa de vida y enfermedad crónica: estudios de los adventistas del séptimo día y otros vegetarianos] (Oxford University Press, 2003).

Tenemos la responsabilidad de compartir esta parte de las “buenas nuevas” con los demás; pero, más importante aún, de aplicarla a nuestras vidas.
Los miembros de muchas de las divisiones de la Iglesia Adventista no han captado el valor del mensaje de la salud tan claramente como los de las divisiones Norteamericana y del Pacífico del Sur, quizá por razones históricas. A medida que los adventistas pertenecientes a los países en desarrollo se vuelven más opulentos (y, como adventistas, realmente cada vez somos más opulentos) y potencialmente adoptan más hábitos alimentarios occidentales, el mensaje de salud adventista, interpretado y a veces esclarecido por medio de métodos científicos modernos, debe adquirir más relevancia y urgencia.
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Gary E. Fraser y Terry L. Butler, médicos docentes de la Universidad de Loma Linda (California), son director e investigador principal, respectivamente, del Estudio de Salud Adventista que se está realizando actualmente. Tomado del Adventist Review.

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1 K. S. Reddy y S. Yusuf, “Emerging Epidemic of Cardiovascular Disease in Developing Countries” [Epidemia emergente de enfermedades cardiovasculares en países en desarrollo], Circulation 97 (1998): 596-601.
2 Este artículo se refiere a las nueces en sentido amplio, incluyendo también a las almendras.
3 I. M. Thompson, D. K. Pauler, P. J. Goodman, et al., “Prevalence of Prostate Cancer Among Men With a Prostate-Specific Antigen
Level por mililitro], New England Journal of Medicine 350 (2004): 2.239-2.246.